En las aguas de los mares y océanos, situados en el cinturón tropical, hay un cazador de almejas con el poético nombre de Ángel Azul, que tiene un tamaño diminuto. Esta especie de molusco gasterópodo es una criatura muy hermosa, mientras que su longitud alcanza un máximo de ocho centímetros.
El ángel azul tiene crecimientos en forma de dedos (ceratas), que se sitúan a los lados del cuerpo. Cabe destacar que los ceratos sirven para mantener la flotabilidad del Ángel Azul en la superficie del agua, y también pasan por el tracto digestivo.
La apariencia aparentemente inofensiva del Ángel Azul, así como su diminuto tamaño, no fueron obstáculo para que fuera un depredador. Su dieta incluye el naufragio portugués, la anomedusa y otros moluscos gasterópodos.
El pez ángel azul es resistente al veneno de las medusas, que se encuentra en las células de su aguijón. Cuando se digiere, sólo queda una cápsula de la sustancia venenosa de la célula del aguijón, que va a parar a los ceratos, mientras que pueden servir como mecanismo de defensa del Ángel Azul durante mucho tiempo. Por esta razón, no se recomienda tomarlo con las manos desnudas.
El Glaucus atlanticus (llamado así en latín Ángel Azul) traga periódicamente burbujas de aire, por lo que puede permanecer cerca de la superficie del agua. El molusco tiene una burbuja de gas almacenada en su estómago, que utiliza para mantener su cuerpo en equilibrio.
La andromedusa sirve tanto de vehículo como de comida para el ángel azul, ya que la almeja se adhiere a ella desde abajo y, cuando tiene hambre, le arranca trozos bastante grandes de medusa. Para esconderse de los enemigos, el Ángel Azul se ayuda de su coloración de camuflaje, que tiene una coloración azul oscura.